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La jubilación es una etapa complicada en la vida de algunas personas. Como sociedad hemos organizado gran parte de nuestro tiempo en torno al trabajo. Por eso, cuando llega la jubilación, los cambios drásticos que se producen pueden desestabilizarnos y afectar a nuestra salud física y mental.

Las personas que se jubilan pasan de llevar una vida activa y organizada, levantándose siempre a la misma hora para cumplir unos objetivos, a no tener ningún horario marcado ni obligación laboral. El exceso de tiempo libre crea a menudo una sensación de vacío y de ansiedad. A esto se le suma la percepción de que la jubilación representa el inicio de la vejez.

Según una investigación del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara, más de la mitad de los mayores jubilados tienen dificultades para adaptarse a una nueva vida alejada de la actividad laboral. Muchos de ellos entran en un estado depresivo y experimentan niveles altos de estrés. Si esta sintomatología se mantiene a lo largo del tiempo, es cuando podemos hablar de “síndrome del jubilado”.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome del jubilado?

El síndrome del jubilado es un trastorno adaptativo que puede ir acompañado de síntomas físicos como insomnio, malestar digestivo e hipertensión, y de síntomas emocionales, por ejemplo, estrés, tristeza y apatía.

¿Quiénes tienen mayor predisposición a padecerlo?

Abandonar el entorno laboral, la posible pérdida de ingresos y la falta de ocupaciones, repercuten en el estado de ánimo y la calidad de vida de quienes se jubilan.

Para las personas que basan su autoestima y parte de su identidad como individuos en la valía laboral, la jubilación significa alejarse de su principal fuente de apoyo emocional.

Otros factores de predisposición serían:

  • Jubilación forzosa no deseada.
  • Tener pocos vínculos sociales y familiares.
  • Dificultades económicas y otros problemas que puedan ser causa de estrés.
  • Sentimientos de soledad.
  • Ausencia de planes y proyectos personales.

¿Qué hacer para sobrellevar mejor los cambios?

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El papel de la familia es clave para superar la situación, aunque esto no significa que sea sin esfuerzo. Cuando un individuo se encuentra sumido en este estado de apatía y desgana, esto afecta también a la manera de relacionarse con las personas que forman parte de su círculo cercano. Existe una tendencia a rehuir de las actividades compartidas y a estar más irritable, lo que a menudo genera conflictos.

Algunas acciones que puede realizar la persona que se jubila para favorecer la adaptación a los cambios:

  • Planificar la jubilación.
  • Tomar la inactividad laboral como una oportunidad para descubrir y desarrollar nuevas facetas y ambiciones más allá del trabajo.
  • Evitar el aislamiento y tratar de conservar los lazos sociales.
  • Establecer expectativas y objetivos realistas. Es bueno ser exigente con uno mismo, pero si no sabemos escuchar nuestras sensaciones de desgaste nos habremos “quemado” antes de lo necesario.

¿Cuánto tiempo lleva adaptarse al nuevo estilo de vida?

jubilación

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El tiempo de adaptación puede variar mucho de una persona a otra, aunque algunos estudios señalan que duraría un año aproximadamente.

El gerontólogo Robert Atchley (1975) entendió la jubilación como un proceso gradual dividido en seis etapas: pre-jubilación, jubilación, desencanto, reorientación, estabilidad o rutina y finalización.

Pre-jubilación

Durante los últimos meses o años antes de la jubilación la persona se prepara para un nuevo modelo de vida. Planifica sus actividades y sus gastos y se dispone mentalmente para el cambio.

En esta fase se generan una serie de expectativas sobre la experiencia de la jubilación que pueden ser muy positivas o, todo lo contrario.

A su vez, la etapa de la pre-jubilación se divide en dos sub-fases: una preparatoria para la finalización de la actividad laboral y otra que se caracteriza por una reducción de las horas de trabajo.

Jubilación

Robert Atchley identificó tres modelos de conducta durante esta etapa: “luna de miel”, “actividad continuada” y “descanso”.

La “luna de miel” sucede cuando la persona entiende su jubilación como unas vacaciones indefinidas en las que aprovecha para disfrutar de todos los viajes y actividades que había dejado pendientes.

La “actividad continuada” consiste en sustituir la rutina laboral por otras actividades cotidianas.

Por último, estaría la fase de “descanso” que se caracteriza por una reducción del nivel de actividad, algo usual en personas que han trabajado mucho.

Desencanto

Después de jubilarse pueden aparecer también sentimientos de desgana, apatía y depresión, sobre todo si las expectativas en torno a la jubilación no se cumplen. Es una fase natural dentro del proceso de adaptación a los cambios.

Reorientación

Poco a poco comenzamos a analizar la situación desde una perspectiva más realista. Exploramos nuevas formas de ocio y retomamos aficiones abandonadas.

Estabilidad o rutina

La persona jubilada se adapta de manera permanente a su nuevo estilo de vida. Reconoce cuáles son las actividades que le resultan más placenteras y aprende a afrontar los cambios y dificultades que van surgiendo.

Finalización

Es la etapa final en la que los adultos mayores empiezan a depender de otras personas.

Conclusión

Aunque jubilarse forma parte del recorrido vital de una persona y es algo natural, en ocasiones se necesita ayuda y apoyo psicológico, sobre todo si aparecen signos depresivos, ansiedad y aislamiento social.

Las dificultades para adaptarse a los cambios pueden presentarse en cualquier momento de la vida, incluso en etapas de aparente calma en las que parece que la persona se ha desprendido de parte de sus obligaciones. En Amizar, trabajamos desde diferentes áreas para proporcionarte una serie de guías y pautas que te ayudarán a restablecer unas rutinas y a controlar los niveles de ansiedad.

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