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Taylor Swift es una de las artistas más influyentes de su generación. Ha conseguido vender más de 50 millones de discos y ha ganado 11 premios Grammy siendo nominada en 42 ocasiones. Además, hace apenas unas semanas se graduó como doctora honoris causa de Bellas Artes por la Universidad de Nueva York. Pero todos estos títulos y reconocimientos no son suficientes para evitar sus inseguridades.

Recientemente la cantante y compositora confesó que sufre “síndrome del impostor”, un trastorno psicológico que afecta sobre todo a personas de éxito haciendo que se sientan incompetentes e incapaces de asimilar sus logros. Algunos investigadores lo relacionan con una personalidad perfeccionista y dicen que 7 de cada 10 individuos lo sufren en algún momento de sus vidas, especialmente las mujeres.

¿Cómo descubrió Taylor Swift que sufría el síndrome del impostor?

Todo sucedió mientras dirigía ‘All Too Well: The Short Film’, un cortometraje protagonizado por Sadie Sink (Stranger Things) y Dylan O’ Brien (Teen Wolf), que se presentó no hace mucho en el Festival de Cine de Tribeca. De repente, Swift se sintió superada por un insistente pensamiento: estaba engañando a la gente, pues en realidad no tenía la preparación necesaria para dirigir un film y no se merecía hacerlo.

“Tenía en la cabeza el síndrome del impostor que me decía: Tú no sabes hacer esto, hay personas que han estudiado para dirigir” – se sinceró en un coloquio con el cineasta Mike Mills, quien la interrumpió diciendo: “Yo no fui a clase para hacer esto”, a lo que la artista respondió: “¡Oh! Es fantástico saber eso. Me hace sentir mejor”.

En 2019 Taylor Swift dirigió el rodaje de ‘The Man’ casi por accidente ya que por problemas de agenda no consiguió a ninguna de las directoras que tenía en su lista. Más adelante, dirigió otros proyectos como los videoclips de ‘Cardigan’ y ‘Willow’. Tras el rodaje del documental ‘Miss Americana’ en 2020 empezó a sentirse cada vez más atraída por el mundo del cine. “Una vez que comencé a dirigir vídeos musicales no quería dejar de hacerlo” – asegura.

Swift lleva muchos años delante y detrás de las cámaras, pero esto no evitó que en más de una ocasión se sintiera superada por las dudas e inseguridades antes de consagrarse oficialmente como directora. En la actualidad respira más tranquila y esos sentimientos de inferioridad se han ido diluyendo. La cantante afirma que tiene más confianza en sí misma y se siente capaz de realizar obras audiovisuales más grandes y potentes.

Sentirse como un impostor.

Millones de hombres y mujeres en todo el mundo se sienten incapaces de afrontar nuevos proyectos y atribuyen sus logros académicos y profesionales a un “golpe de suerte”.

El síndrome del impostor puede afectar de manera negativa a la carrera profesional de las personas que lo padecen, pues se obsesionan con la idea de no cometer errores en lugar de ser proactivos.

Este trastorno puede presentarse de manera transitoria o prologarse y empeorar con el tiempo hasta el punto de necesitar ayuda profesional.

Por lo general, las personas que sufren el síndrome del impostor son inseguras, no corren riesgos y no se atreven a pedir un ascenso laboral pues temen no estar a la altura. Esta falta de confianza puede deberse a diferentes factores:

  • Dinámicas familiares disfuncionales en la infancia: padres demasiado exigentes con el rendimiento académico de sus hijos pueden ser la causa de que se presente este trastorno en la edad adulta.
  • Estereotipos de género:las mujeres están más predispuestas a no aceptar sus logros y esto se debe en mayor medida a la brecha de género que las lleva a asumir mayor responsabilidad en las tareas domésticas, y a la existencia de una presión social que se refleja en un debate sobre sus habilidades para el liderazgo.
  • Personalidad perfeccionista: las personas que sufren el síndrome del impostor son muy exigentes consigo mismas y tienen unas expectativas prácticamente imposibles de alcanzar.
  • Una percepción distorsionada del éxito, del fracaso y de la competencia: los “impostores” rechazan cualquier demostración de éxito. Atribuyen sus logros a estar en el lugar y momento adecuados y piensan a menudo que están “engañando” a otros sobre su inteligencia y capacidades. Les aterra el fracaso y se creen siempre en inferioridad de condiciones con respecto a sus competidores.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome del impostor?

El término “síndrome del impostor” fue acuñado por primera vez en el año 1978 por Pauline Clance y Suzanne Imes, dos psicólogas clínicas que recibían en su consulta a un gran número de mujeres que habían alcanzado grandes logros académicos y profesionales pero que sufrían altos niveles de ansiedad.

Años más tarde, la doctora Valerie Young estudió a fondo este trastorno y categorizó los comportamientos relativos al síndrome del impostor asociándolos a diferentes perfiles.

Evaristo Fernández, profesor de Psicología Diferencial de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, España) asegura que el comportamiento del “impostor” está muy ligado al pesimismo defensivo pues ambos trastornos comparten muchos síntomas como el miedo al fracaso, el cuestionamiento de las propias capacidades y unas bajas expectativas sobre las posibilidades de alcanzar el éxito.

En resumen, los síntomas o manifestaciones más comunes del síndrome del impostor serían:

  • Falta de seguridad en las propias capacidades.
  • Temor constante a ser descubierto como un fraude.
  • Desmotivación unida a la falta de confianza.
  • Perspectivas de fracaso cuando se plantea un nuevo reto.
  • Insatisfacción permanente. Incapacidad de disfrutar de lo logrado.
  • Ansiedad, tristeza y desesperanza.

Tratamiento psicológico del síndrome del impostor.

El síndrome del impostor tiene un abordaje terapéutico diferente en función de la gravedad con la que se presente. Puede tratarse de algo pasajero al surgir nuevos retos personales y profesionales o puede ser una actitud mantenida en el tiempo y estar acompañada de otros problemas como baja autoestima y depresión.

La terapia se centrará en descubrir el origen del trastorno, trabajar la confianza y explorar los temores y el miedo a fracasar. Adicionalmente, se pueden utilizar técnicas como el EMDR o el Focusing ya que permiten trabajar cualquier tipo de dificultad emocional, estableciendo contacto con nuestros sentimientos sin que estos nos angustien o nos bloqueen.

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